El patio trasero de Estados Unidos está desapareciendo
- Fecha: 05 agosto 2020
- Autor: Clay Bolt
De 2014 a 2018, el ritmo promedio al que se cultivaron los pastizales de las Grandes Planicies fue equivalente a perder cuatro campos de fútbol cada minuto. Esto significa que millones de acres de pastizales templados en Estados Unidos, uno de los cuatro de este tipo que aún quedan en el mundo y considerado un ecosistema de crítica importancia, están siendo arados para la producción de cultivos. Lamentablemente, esta es la impactante tasa de conversión a la que nos hemos acostumbrado cuando escuchamos sobre la destrucción del Amazonas, o el derretimiento de los glaciares árticos. Estos problemas son devastadores, por supuesto, sin embargo a menudo puede parecer que están sucediendo lejos y fuera de nuestro alcance. Pero, ¿cuántos de nosotros sabíamos que otra catástrofe ambiental, de proporciones similares, está ocurriendo aquí mismo, en el patio trasero de Estados Unidos?
El informe Plowprint Report 2020 de WWF ha revelado que solo en 2018 alrededor de 2.1 millones de acres (849 mil ha) de praderas en las Grandes Planicies de Estados Unidos fueron arados para el cultivo en hileras. Unos 550,000 de esos acres (222 mil ha) fueron arados dentro de las Grandes Planicies del Norte (NGP, por sus siglas en inglés), un subconjunto de la gran región que contiene algunas de las praderas más saludables del mundo que aún existen. Para las aves, flores silvestres, polinizadores, berrendos, hurones de patas negras e incluso para las comunidades rurales que dependen de pastizales saludables para alimentos agua y refugio, resulta cada vez más difícil depender de estos preciosos lugares para subsistir.
En una nota positiva, 2 millones de acres (809 mil ha) de las Grandes Planicies fueron revertidos en 2018 a lo que se llama cobertura perenne: 444,000 de esos acres (179 mil ha) dentro de las NGP. La cobertura perenne es la tierra labrada que ya no se usa para la producción de cultivos. Esto es muy importante para las especies que simplemente necesitan un lugar para tener a sus crías y encontrar refugio. A diferencia de los suelos labrados, la cobertura perenne es mucho mejor para la vida silvestre, la filtración y almacenamiento de agua y para evitar la erosión. Sin embargo y sin duda, la mejor opción es permitir que los pastizales permanezcan intactos y sin arar.
Una cantidad de datos recopilados que aumenta cada vez más sugiere que la diversidad de plantas, insectos y microbios del suelo que se encuentran dentro de los pastizales que no han sido arados supera ampliamente a lo que generalmente se puede recuperar a través de la restauración. Los pastizales, también conocidos como praderas, tardan en recuperarse y las poblaciones de plantas y animales pueden tardar décadas o más en regresar una vez que han sido eliminadas del suelo para dar paso a la agricultura. Las semillas de los pastizales nativos son caras y, con frecuencia, difíciles de conseguir, por lo que la mayoría de los proyectos de restauración de siembra usan solo entre tres y siete especies de plantas, mientras que la diversidad de plantas en los pastizales nativos puede incluir hasta 305 especies de plantas.
Una vez labrada, también es difícil recuperar niveles similares de los servicios del ecosistema proporcionados por los pastizales intactos, como la filtración de agua y el almacenamiento subterráneo de carbono. Las praderas intactas que albergan una gran cantidad de especies nativas mantienen ciclos de nutrientes, fertilidad del suelo y generalmente brindan un mayor grado de servicios ecosistémicos que el suelo labrado.
Los propietarios de tierras y las Naciones Nativas siguen siendo los defensores más importantes contra la pérdida de los pastizales. La gran mayoría de las praderas intactas que aún quedan en las Grandes Planicies (~90%) no están protegidas en los parques nacionales; están bajo la gestión de personas y comunidades que habitan en esta vasta región. Ahora, más que nunca, se necesitan políticas y programas que incentiven la gestión de los pastizales y aborden las necesidades de las comunidades rurales e indígenas que consideran a las Grandes Planicies como su hogar.
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